lunes, 3 de mayo de 2010

planta de otoño

Estoy en un cafe de buenos aires algo americano, metropolitano como Buenos aires, es otoño y las ojas caen amarillas de los arboles. El Sol se asoma tenue contrarestando al viento frio que corre por la esquina de este lugar. La ventizca que se pasea por la ciudad eriza mi piel de repente. Tomo un sorbo de cafe para calentar mi cuerpuesito. Cafe sabroso con chocolate y canela.
Ya no queda nada de el.
Veo al rededor como despliega gran interes mi soledad en la mesa pero no le hago caso la gente no entiende que es mejor estar solo que mal acompañado.
El frio quiebra mi piel y otra vez saco para cofrontarlo mi lapiz labial. Con el acaricio mis labios que estan resecos y quebradisos.
Me encuentro presa facil para los vendedores ambulantes que como el viento se acercan al acecho.
Salgo del cafe al encuentro de la gente que pasa apurada, el apuro me invade. El tiempo corre para asistir a una cita con una amiga.
Por suerte mi abrigo me tapa hasta la nariz y es suave y terso.
El viento se hace mas intenso al caminar con rapidez.
Corre el tiempo, corre el viento, como la vida en esta modernidad.

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